Calidad del trigo nacional (chileno)
Leyendo el título, más de alguien esperaría encontrar, en este texto, una descripción de las principales características físicas-químicas del trigo cosechado en nuestro país, que permitirían calificar su calidad industrial y comercial.
Lamentablemente, ello no es posible dado que no se cuenta con estudios o análisis de este tipo, que estén validados o generalmente reconocidos por la industria y/o stakeholders del sector triguero.
No obstante, en reuniones, encuentros o mesas del sector, recurrentemente se menciona el interés y necesidad de contar con análisis y estudios de la calidad del trigo producido en nuestro país, que permita planificar y orientar la toma de decisiones, tanto de los productores como de los industriales, para conciliar de mejor forma la oferta (lo que se siembra) con la demanda (lo que se compra y/o importa).
COTRISA, hasta el año 2012, realizaba un estudio que apuntaba a este fin. Ello implicaba, analizar aproximadamente 700 muestras (para darle representatividad nacional al estudio), para lo cual había que recolectar porciones de trigo de diversos molinos o compradores que estuvieran dispuestos a cederlas.
Esto representaba una tarea titánica, tanto en el proceso de análisis de laboratorio (que demandaba más de dos meses de dedicación exclusiva del personal de laboratorio), así como en la etapa de recolección de grano a analizar, en lo cual, vale decirlo, no se encontraba toda la cooperación de parte de la industria, que se hubiese deseado. Estos hechos, entre otros, decantaron en la discontinuidad de esta labor.
No obstante, hoy sigue presente la necesidad y la realidad actual presenta ciertas características que podrían facilitar este proceso, entre las cuales se encuentra el hecho de contar con una ley que regula las transacciones comerciales de productos agropecuarios y que incluye, particularmente, un reglamento para el trigo.
Esta normativa, en lo pertinente a este tema, establece requisitos para los agroindustriales e intermediarios que efectúen compras de trigo, entre los cuales se encuentra el contar con laboratorios que cumplan con ciertas exigencias de infraestructura, equipamiento, recursos humanos y de gestión de calidad que aseguren la validez y confiabilidad de los resultados de los ensayos. Asimismo, la normativa establece metodologías únicas para la ejecución de los análisis de laboratorio de trigo más recurrentes, así como también, establece la forma de manejar y comunicar los resultados de dichos análisis.
De esta forma, hoy podemos contar con resultados de análisis que son homologables (hechos con los mismos estándares y metodologías) y que se efectúan en prácticamente la totalidad del territorio nacional en donde se produce trigo para ser comercializado.
Es decir, se contaría con la “materia prima” ya, en parte, procesada (análisis de granos efectuados y con trazabilidad geográfica) para un estudio que permita calificar la calidad del trigo nacional.
¿Qué faltaría entonces?
Sin arrogar exhaustividad sobre esta materia, para lograr el estudio deseado se requeriría:
Determinación del alcance y segregación deseado. Por ejemplo, determinar si se desea, calificar el trigo a nivel, regional, provincial, etc.
Dependiendo de lo decidido anteriormente se determinaría (estadísticamente) el número de muestras a considerar, por territorios o áreas, para darle la representatividad deseada.
Diseñar una base de datos, que se conformaría con los resultados de análisis provistos por los industriales, de acuerdo a la metodología que el estudio considere necesarios.
Cabe señalar que estos datos se manejarían o procesarían innominadamente, de tal forma de mantener la confidencialidad tanto del proveedor de los datos (industriales y sus laboratorios) como la de los agricultores objeto de las muestras procesadas.
Diseñar el procesamiento de los datos obtenidos, para calificar o cuantificar las características de calidad del trigo que interesa medir.
Sin ser experto en las materias señaladas y a riesgo de ser simplista (propiciado por el optimismo frente a esta temática), los aspectos estadísticos y tecnológicos no deberían presentar grandes complejidades para gente con experticia en dichos campos.
Si esto último fuese así, quedarían por salvar las siguientes vallas:
Un ente o entidad que “empuje” y coordine esta iniciativa.
Recursos para financiar su ejecución.
Por último - y el más vital -, el apoyo y voluntad de los industriales e intermediarios para proveer los datos requeridos.
El primero de los puntos, precedentemente enunciados, podría estar salvado ya que, en COTRISA, es una de las tareas venideras que nos hemos propuesto acometer.
Respectos de los otros, va a depender de si el interés por contar esta información, que con frecuencia se menciona, es real o solo un cliché.
Raúl Agüero C.
Gerente de Operaciones
COTRISA